El arquitecto Quico Jorreto logra en esta vivienda unifamiliar en Galicia pleno confort mediante estrategias de captación solar y aislamiento, prescindiendo de instalaciones de calefacción.
por Marta Rodríguez Bosch
Las fachadas de una edificación configuran la carcasa de protección que requiere el acto de habitar. Y, a la vez, constituyen notables superficies de intercambio entre los espacios interiores y el exterior. En ese rol, tienen mucho que aportar en cuestiones de sostenibilidad. Y en la formulación de soluciones arquitectónicas que trabajen a favor del medioambiente en un momento de emergencia climática.
Esa sabiduría de la arquitectura tradicional que siempre perseguía la mejor orientación a mediodía, con el mayor número de horas de exposición solar, pasa hoy a primer plano para lograr altas cotas de eficiencia energética. Esta es la una de las principales estrategias adoptadas por el arquitecto Quico Jorreto en esta vivienda unifamiliar en Celanova, Galicia, de consumo energético casi nulo. El proyecto optimiza el soleamiento en invierno encarando a sur los ventanales de suelo a techo, que puntúan longitudinalmente la edificación de una sola planta. Al mismo tiempo, para evitar el sobrecalentamiento en verano, se minimiza el soleamiento mediante aleros y contraventanas de madera móviles. De modo que los paneles con lamas verticales devienen una segunda dermis mudable, en grado de apertura y cierre.
La vivienda unifamiliar proyectada por el arquitecto Quico Jorreto tiene consumo energético casi nulo.
La cubierta verde, que actúa como quinta fachada, se ha ajardinado y proyectado como prolongación vegetal de la parcela, con la voluntad de una mayor integración de la vivienda en el territorio. “El proyecto a nivel conceptual –señala Quico Jorreto- podría definirse como un pequeño y amable contenedor de madera y vidrio, envuelto por otro contenedor blanco y vegetal incrustado en el terreno, como si fuera parte de éste”.
La demanda de calefacción de la vivienda es de 10 kwh/(m2).
En los sistemas de fachada que desempeñarán un papel significativo en la evolución hacia la sostenibilidad generalizada, que contribuya a la futura evolución del clima, la propia fachada adquiere el papel de magnífico abrigo. Es otra de las estrategias fundamentales del proyecto que dota del máximo aislamiento térmico a la vivienda a través de sus muros perimetrales, cubierta y solera con aislamiento de gran espesor y alta densidad. Los amplios paneles de vidrio adoptan la tecnología de triple capa y baja emisividad.
Los ventanales están equipados con tecnología de triple capa y baja emisividad.
“Dentro de la envolvente hermética y súper aislada – especifica Jorreto- se sitúa la vivienda; con el salón y cocina en la parte sur-este, con vistas hacia la villa y la parcela. Las habitaciones también abiertas al sur y al interior de la parcela se plantean como espacios polivalentes y transformables”. Por su parte, la fachada norte que da al vial de acceso, prácticamente queda cerrada por completo. El arquitecto ha concebido el garaje como un espacio polivalente abierto situado en la zona oeste de la parcela, semienterrado y fuera de la envolvente energética.
El garaje se ha plantado como espacio polivalente, fuera de la envolvente térmica.
El resultado es una vivienda de 110 m2 útiles, dentro de la envolvente, que no requiere instalaciones de calefacción. Un logro significativo pues se encuentra en una región climática en el norte de España, donde las temperaturas en invierno son rigurosas. En el exterior las mínimas pueden llegar a 0º, mientras el interior se mantiene a 19-20º. Así mismo, la vivienda prescinde de equipamiento de refrigeración en verano. Y la propia arquitectura y sus aberturas, más los sistemas de sombreado, favorecen una buena climatización. Se ha minimizado el consumo eléctrico de la vivienda con la reducción de electrodomésticos e iluminación estrictamente necesarios y de máxima eficiencia energética. “Una de las más eficientes estrategias arquitectónicas a favor de la sostenibilidad es la eliminación o reducción al máximo del consumo energético de los edificios”, recuerda Jorreto
Mediante paneles de madera correderos se minimiza el soleamiento en verano.
El proyecto pone el énfasis en la hermeticidad de la envolvente para evitar pérdidas de temperatura. Y adopta un sistema de ventilación mecánica con recuperador de calor y pozo canadiense, que garantiza un interior saludable para sus habitantes. Se trata de una vivienda pasiva de consumo energético casi nulo, certificada por el Passive House Institute. Con una demanda energética de calefacción de 10 kWh/(m2), es la primera en su especie certificada en la provincia de Orense, en Galicia. Por todo ello ha sido merecedora del premio GDA, creado por el Colegio de Arquitectos de Galicia para reconocer trabajos destacados del sector.
todas las fotos: © Héctor Fernández Santos-Díez