Medio siglo después de su construcción, el arquitecto Toni Gironès plantea una restitución histórica de la casa y su adecuación a nuevos requerimientos, optimizando las condiciones del lugar.
Por Marta Rodríguez Bosch
Casa Zariquiey obra de Barba Corsini, fotografiada en 1957 por Francesc Català Roca, y en 2018 por Fernando Alda.
Cadaqués, 1957. El arquitecto F.J. Barba Corsini finaliza la obra de la Casa Zariquiey, situada entre dos pequeñas calas, con vistas al magnífico perfil de la localidad menos accesible y más legendaria de la Costa Brava. Era la década de los 50 del siglo XX y Cadaqués se convirtió en notable polo cultural frecuentado por artistas como Duchamp o Man Ray, atraídos por la figura del pintor Salvador Dalí y la belleza del paraje. Los arquitectos del Grupo R, en activo entonces y del que formaba parte Barba Corsini, comenzaron a explorar una nueva arquitectura influenciada por el movimiento moderno, a la vez que integrada en el contexto autóctono y rural de Cadaqués.
Para la casa Zariquiey, Barba Corsini diseñó un singular muro curvo de piedra de Cadaqués (variedad de pizarra denominada licorella) que envuelve y protege todas las dependencias de la vivienda de los fuertes vientos de la zona: tramontana, gargal y secalló. El muro lo fragmentó en dos, de modo que define la entrada a la casa y separa las áreas de día y de noche. A fin de no renunciar a algunas vistas de interés, abrió largas mirillas a la altura de los ojos en la zona de estar y dormitorio, preservando la privacidad de las miradas desde el exterior. También optó por despegar la cubierta plana de la gran espalda de mampostería, mediante una franja de iluminación natural que añade aire al espacio interior de la vivienda.
La planta de la casa Zariquiey, realizada por Barba Corsini, traza un muro curvo desplazado que marca la entrada.
Cadaqués, 2021. El estudio de arquitectura de Toni Gironès concluye su intervención en la casa Zariquiey, cuyo encargo recibió en 2016, tras el último cambio de propiedad. El proyecto recupera los elementos originales y, atendiendo a nuevos requerimientos, mejora las condiciones de habitabilidad en relación con el espacio y el clima propios del Mediterráneo. ”Desde la construcción de la casa- señala Gironès- han pasado más 60 años. Muchas circunstancias han cambiado y diferentes modificaciones no simultáneas en el tiempo impregnan el lugar. Los pinos plantados en 1957 han crecido acariciados por la tramontana, generando entre otras, una nueva y determinante condición de lugar”. El proyecto de Gironès, quien conoce en profundidad Cadaquès (su tesis doctoral como arquitecto versa sobre la península del Cap de Creus), se ha desarrollado en diferentes fases durante los últimos cuatro años.
De arriba abajo, tres imágenes tomadas en 1957 (Català Roca),
2016 (Toni Gironès), 2020 (Fernando Alda).
“Entiendo la arquitectura como un elemento de mediación -explica- que permite optimizar las condiciones del lugar y propone desde los diferentes procesos de proyecto, una habitabilidad que interaccione en armonía con los cuatro elementos naturales”. Hoy ese lugar lo conforma la vegetación en pleno crecimiento y el recorrido del sol respecto a la edificación; los vientos a los que ya aludía Barba Corsini; el agua y el mundo mineral del Cap de Creus. Ese cabo que entra en el Mediterráneo y marca el final oriental de los Pirineos, Gironès lo evoca en el propio jardín y en nuevas láminas de agua en cubiertas y piscina.
Esbozo de Toni Gironès, donde refleja la nueva condición del lugar.
Toni Gironès, reconocido arquitecto con despacho en Barcelona entre cuyos galardones más recientes figuran el Premio de Arquitectura Española y el Premio Especial de la Bienal Iberoamericana, en 2019, ha documentado a fondo el proyecto. El conjunto de planos, maquetas, fotografías y esbozos se acaba de exponer en la galería H20 de Barcelona, especializada en arquitectura, diseño, fotografía y arte contemporáneo, y más adelante se prevé una publicación.
Barba Corsini, fallecido en 2008, construyó sus principales obras en los años 50 y 60 del siglo XX con espíritu funcionalista. En el año 1953 tuvo el honor de “codearse” con Gaudí, al remodelar el gran desván del edificio de La Pedrera en Barcelona. Entre los 270 arcos catenarios que recuerdan el esqueleto de una ballena ideados por el genio Gaudí, habilitó trece apartamentos de estética moderna, hoy desaparecidos. Y creó una singular colección de mobiliario que en la actualidad edita la misma galería H20. La Casa Zariquiey marca uno de los primeros proyectos influenciados por el movimiento moderno que se realizó en Cadaqués, lugar que desde entonces se caracteriza por esa conjunción entre especificidad local y la apertura a lo exterior.
Imágenes cedidas por la galería H20.